En realidad la Guerra de Sucesión fue un conflicto español de ámbito europeo. La muerte de Carlos II de España en 1700, dejó la Corona de España sin sucesión. La pretendieron José Fernando de Baviera, Felipe d’Anjou y el archiduque Carlos. Sin embargo, el último testamento dejaba heredero al francés Felipe de Anjou, que llegó a nuestro suelo para tomar posesión de la corona el 18 de febrero de 1701. Fernando había muerto, y Carlos no se resignó al dictamen de Carlos II y buscó una alianza europea contra el poder que representaba España y la vecina Francia. Carlos consiguió inclusive que en la ciudad de Viena, el 12 de septiembre de 1702, fuera coronado rey en España. La presencia de dos reyes de España no pudo más que conducir a una confrontación en partidarios de uno o de otro.
Miguel de Fraga había pasado a la historia sin apellidos. De él sabemos que nació en Fraga hacia 1290. Dejó la villa, como tantos otros jóvenes, para seguir la vida religiosa. Otros fragatinos abandonaron la villa para repoblar nuevas tierras, especialmente las de Tarragona y las de Valencia. Nuestro Miguel de Fraga debió ingresar como novicio de los dominicos de Valencia, atraído por su paisano Bernardo de Ponte. Fue un estudiante brillante y despierto, por esto el obispo Bernardo de Ponte, también natural de Fraga, lo puso a su servicio. Miguel de Fraga se hizo religioso dominico de la Orden de Predicadores del Real Convento de Santo Domingo de Valencia.
En la primavera del año 1294 los acreedores de Soses reclamaban al unísono sus deudas. Es el caso de Huguet de Blumato, peletero de Lérida, que reclamaba que entregasen a la nieta de los señores de Albalate, Marquesa, una parte de los réditos de Soses. Un habitante de Almenar, Guillem de Carbó y sus herederos, vecino ya fallecido, reclamaban deudas insatisfechas. No eran los únicos. En esas fechas las fianzas, créditos y avales habían endeudado a una buena parte de las localidades. Era el caso de Fraga, que en ese año se hallaba protegida contra sus acreedores por el exceso de deudas contraídas por sus señores los Montcada.
Después del asesinato de Simón de Montcada, casado con Berenguerona de Anglesola, señores de Soses, fueron muchos los que reclamaban dicho señorío. Unos por parentesco, otros por deudas contraídas. Para defender la causa de Berenguerona fue preciso que el alcaide de Soses, Ramón Alamán, fuera sustituido por un hombre docto en leyes como al parecer lo era Jaume de Peremola. Nuestra dama contó, además, con la constante ayuda del canónigo de Lérida Ramón Valls, manumisor de los testamentos de los señores de Albalate de Cinca. Este albacea testamentario reclamaba la posesión de Soses para hija y para la madre.
Este suceso, aunque pueda parecer un tanto fantástico, puede afirmarse que ocurrió realmente. Es una historia que ocurrió en nuestro entorno geográfico, en nuestras vecinas riberas del Cinca y del Segre en el lejano año de 1291. En ese empezaba a reinar el rey Jaime II, llamado el Justo o el Justiciero en las cortes de 1300. La muerte de Pedro III de Aragón, hermano del rey, su predecesor en la corona, había dejado a la nobleza aragonesa o catalana en una situación de guerras internas que parecían no acabar. Jaime II decidió que todos los nobles le jurasen dos años de paces y treguas, como un regalo a sus primeros momentos de reinado. En ese contexto debemos entender los siguientes hechos.
El monasterio de Santa María de Alaón está hoy perfectamente visible. Sus paredes contemplan el pantano de Escales en la Ri-bagorza. Antiguamente era conocido como Santa María de la O, por las antífonas que se cantaban en dicho monasterio antes de Navidad. Hoy pertenece a la parroquia de Sopeira (Huesca) y al obispado de Barbastro-Monzón, igual que Fraga.
Domingo Lanaja es un personaje hasta ahora desconocido en la historia de Fraga. Había sido capitán de tropa en la defensa del castillo de Caspe durante los debates por la sucesión a la Corona. Junto a él se hallaron Ramón Fivaller por Barcelona y Guillén Zaera por Valencia. O sea, fue una persona de relevancia en su tiempo; pues elegido por Zaragoza, representaba uno de los tres responsables de la custodia del castillo de Caspe en 1412.
Beatriz de Láscaris o de Láscara era hija de la infanta de Grecia Láscara y nieta de Teodoro, megaduque de Grecia. Casó en primeras nupcias con Guillem de Montcada, señor de Fraga.
Las noticias referentes al convento de Avinganya de Serós son más abundantes para el siglo XIV y XV. De forma escueta daremos resumen de las más destacadas:
En 1285, el rey Pedro III de Aragón ordenó al abad y convento del monasterio de Avinganya que dieran traslado a Elisenda, institutriz de la infanta su hija, con todos los miembros tocantes a ésta que tuviere en dicho convento.
A finales del año 1249 la infanta Constanza, con sus tres hijos Pedro, Ramón y Guillén de Montcada, fundaron dos capellanías en el convento de Avinganya. También otras dos en la iglesia de San Salvador de Serós, ofreciendo para tal efecto a fr. Ferrer o Ferrario, ministro provincial de la Orden de la santa Trinidad y a fr. Nicolas, vicario general del ministro general en Cataluña, Aragón y Mallorca, así como a fr. Arnaldo de Queralt, fr. Mateo, fr. Romeo y demás frailes de Avinganya, la torre o casa fuerte de Olms con todas sus pertenencias, derechos y franquicias. Todo ello en las mismas condiciones que las había comprado anteriormente don Ramón Berenguer de Ager. La documentación al respecto dice literalmente: “El citado fr. Ferrer aceptó las condiciones y cargas inherentes a dichas capellanías, concediendo a la referida infanta la participación en los bienes espirituales de la Orden Trinitaria”. Al año siguiente, 1250, doña Constanza otorgaba a la casa de Avinganya y a sus frailes la franquicia de no pagar derecho alguno de agua necesaria para su abastecimiento.