El olvido de la vía romana fue consecuencia de las alternativas viarias que se fueron sucediendo, por ejemplo, el paso por Torralba se acortó por el paso a Fraga y a Candasnos por las Ventas de Buars o Boarç.
Todos hemos oído hablar de la vía romana, pero muy pocos saben su recorrido. Este defecto de conocimiento de su nuestro entorno, aparte de suponer un deficiencia cultural por parte de autoridades académicas y administrativas, también presupone una falta de curiosidad por nuestra parte. Hace algo más de medio siglo que dos profesores y académicos, como Antonio Beltrán y Rodrigo Pita, estudiaron su recorrido dejando unas publicaciones que habían de servir como base para el conocimiento que todos dispondremos en breve.
Recientemente hemos visitado el monasterio de San Victorián. San Victorián está situado en el Sobrarbe aragonés. Su majestuosidad nos ha incitado a conocer un poco más su historia. Uno de los mejores conocedores del mismo, del que tomamos algunas notas, es el aragonés Ángel L. Martín Duque. Al parecer, fue fundado en época visigótica y llegó a influir sobre las extensas tierras comprendidas entre el Ésera y el Cinca. Formó parte de un condado, que, al igual que el condado de Aragón, dependió de Tolosa (Francia). Esta estructura política inicial explica que, una vez erigido en reino el condado de Aragón, el rey Sancho Ramírez concedía a su hijo el infante Pedro el gobierno de Sobrarbe y Ribagorza, como independientes.
Ya hemos podido comprobar que la población de Zaidín había sufrido un notable crecimiento e en el último cuarto del siglo XVII. Enseguida nos damos cuenta que los datos más cercano en el tiempo a nuestro documento consultado del año 1682 son los de 1646 y 1718, datos antecedente y consecuente hasta ahora conocidos, que en ambos casos difiere de los 54 vecinos propietarios y contribuyentes en Zaidín que constatamos. Además, hay que pensar en aquellos vecinos que no tenían tierras, o los que se dedicaban exclusivamente al comercio, o los que eran funcionarios y religiosos, sin dejar a los pobres, a los temporeros… que incrementarían nuestra cifra sin duda. En cualquier caso, nos hace pensar en un crecimiento de población en Zaidín, que, a su vez, ambas fechas representan dos guerras catastróficas a nivel poblacional.
El documento Teniendo en cuenta que el Archivo Histórico Nacional nos había indicado que no existía ningún documento referente a Zaidín en la sección de órdenes Militares, hallamos con sorpresa en el legajo 8238, doc 31, una preciosa referencia a Zaidín y las propiedades que efectuaban treudos a la ínclita Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén.
En él constan 52 propiedades sobre las que la Orden percibe diferentes cargas anuales o treudos. Interesados en la información que proporciona, intentaremos extraer datos como: Nombres de los contribuyentes, vecinos de éstos que no contribuyen a la Orden, el nombre de las Partidas de huerta y monte en las que estaban ubicadas dichas propiedades, y las cantidades a satisfacer.
Completaremos este análisis del documento con el cuadro sinóptico que ofrecía la información consultada, y que puede servir para nuevas deducciones.
Ya sabemos que Vilella y Daimuz fueron vendidas en 1255 al convento de Avinganya. La adquisición fue facilitada por Ramón de Montcada, señor de Fraga, y de Vilella y Daimuç desde hacía solamente tres años, al haber comprado al convento de Avinganya sus derechos por precio de 1140 mazmudinas de oro por ambas villas y sus respectivos términos.
Jaime II concedió el lugar de Fontclara y otros lugares al infante Alfonso, su hijo, y de Teresa de Entenza, que le sucedió en la corona. Era conde de Urgel y vizconde de Ager. Le sucedió su hijo Jaime de Urgel, su nieto Pedro de Urgel y su biznieto Jaime de Urgel, quien confiando en la sucesión al corona, no aceptó la sentencia de Caspe y se enfrentó con las armas contra el nominado Fernando de Antequera. Estos sucesos llenaron de sangre y de conflictos la ribera del Cinca, pues inicialmente toda la ribera era urgelista, incluida la ciudad de Fraga.
Tras el fallecimiento de doña Sibila de Montcada, el rey Jaime II deseaba incorporar Albalate de Cinca a su señorío real. En octubre de 1310 pedía al abad de Fontclara y a Bernardo de Biure, ambos manumisores del último testamento de la noble señora, para que le remitieran todas las escrituras referentes a dicha señora y al lugar de Albalate. Otras cartas similares fueron dirigidas a los manumisores del fallecido obispo de Lérida, Pedro, para conocer los derechos de la iglesia de Lérida sobre el lugar de Albalate y las posibles donaciones hechas por la citada doña Sibilia.
Al parecer, la primera comunidad que llegó al Cinca para ocupar el monasterio de Fontclara procedía del monasterio francés de Bonnefont, en la Gascuna. Posiblemente con la autorización de los monasterios de Poblet y de Santes Creus, centros repobladores de la llamada Cataluña Nueva –que comprendía desde el Llobregat al Cinca-Segre. Como todo buen monasterio, el de Fontclara no podía estar exento de leyendas y milagros que favorecieron su fundación. Se cuenta que los dos primeros monjes que llegaron al Cinca, deseando cruzar este río, no viendo por donde vadearle, decidieron pasarlo estirando sus capas sobre las aguas, y sobre ellas la corriente del agua les acabó transportando a la otra orilla, sin mojarse. Viendo los vecinos del lugar tal maravilla y santidad de los frailes decidieron ayudarles con sus limosnas y de este modo se construyó la mayor parte del monasterio. Los cuerpos de estos santos varones fueron enterrados en una ermita cercana al monasterio. Posiblemente en la desaparecida ermita albalateña de San Miguel.
Actualmente Fontclara es una partida de terreno perteneciente al Ayuntamiento de Albalate de Cinca, partido judicial de Fraga, comarca del Bajo Cinca /Baix Cinca. La memoria de un monasterio edificado en dicha partida se perdió, hasta que en 1986, efectuando una nivelación de terreno, emergieron unos restos de piedras que sorprendieron a todos. Dicha tierra está en la margen izquierda del Cinca, pero no muestra huellas del edificio. Así pues, nos deberemos conformar con las huellas documentales.