El rapto de Berenguerona de Soses (2)

Después del asesinato de Simón de Montcada, casado con Berenguerona de Anglesola, señores de Soses, fueron muchos los que reclamaban dicho señorío. Unos por parentesco, otros por deudas contraídas. Para defender la causa de Berenguerona fue preciso que el alcaide de Soses, Ramón Alamán, fuera sustituido por un hombre docto en leyes como al parecer lo era Jaume de Peremola. Nuestra dama contó, además, con la constante ayuda del canónigo de Lérida Ramón Valls, manumisor de los testamentos de los señores de Albalate de Cinca. Este albacea testamentario reclamaba la posesión de Soses para hija y para la madre.

Por otro lado, la familia de la primera mujer de Simón de Montcada, los Martínez de Luna, le había ofrecido por esponsalicio la cantidad de 9.500 morabatines de oro para asegurar la posesión de Soses, reclamaban por esa cantidad que Berenguerona renunciara a favor de aquellos el dicho castillo y villa. Berenguerona se encontró con otras demandas. El veguer de Lérida le había abierto una causa a favor de Isabel de Montcada, hermana de Simón, y esposa del citado noble Pedro Martínez de Luna, que afirmaba que los bienes que fueron de Ramón de Montcada, su padre, correspondían a Isabel y no a Berenguerona.

En medio de esa ajetreada situación, apareció un nuevo personaje en escena: el aragonés Eximén Cornel. Este personaje, acompañado de un fuerte contingente de caballeros armados, entró en el lugar de Soses, a sabiendas que ese castillo estaba en la parte de Cataluña, y ocupó el castillo tomando a Berenguerona contra su voluntad, y a sus dos hijas. Las tomó como rehenes en su propio castillo. La primera de las hijas de Berenguerona, Constanza, era hija del noble Guillem de Peralta. No tenemos noticias de que estuvieran casados, por lo tanto debemos entender que fue una hija natural.

El infante Pedro recibió órdenes reales de recordar al noble aragonés que debía trasladar aquellas mujeres a Lérida y depositarlas en manos y custodia del veguer. Pero la temible escena medieval del rapto de Berenguerona no estaba exenta de poesía. Eximén Cornel, quizá movido de compasión por dichas mujeres, o atraído por la belleza de la dama, le pidió matrimonio.

Ajeno a este romanticismo medieval, el rey escribió a Eximén Cornel una dura carta recordando al noble que el rapto de Berenguerona era un atentado a las leyes de la hospitalidad que había demostrado la dama, dama que estaba bajo la especial custodia del propio monarca. El rey le exigía su entrega inmediata. Implicándose el monarca en los sucesos escribió una carta al más noble de entre los nobles, a Armengol, conde de Urgel. Le hacía responsable de lo sucedido por ser Eximén Cornel uno de sus valedores y aliados. Otra carta del rey comunicaba al procurador de don Guillermo de Montcada, señor de Fraga, -ausente en esas críticas fechas de la villa en una larga estancia en Mallorca- para que no ofreciera ayuda alguna a los caballeros alojados en Soses. Esta carta llevaba fecha de 26 de febrero de 1294. O sea, que Berenguerona vivió cerca de su pretendiente y raptor casi dos años. En ese tiempo, parece ser que una de las hijas, Constanza la mayor, pasó a alojarse con alguno de sus parientes, posiblemente acogida por el mismo conde de Urgel. Quedó en Soses la menor que era la que más cuidados requería de su madre. A su vez, el veguer de Lérida declaró culpables de auxilio al conde de Urgel y a Ramón de Anglesola. En Lérida se hablaba de organizar un ejército.

Temiendo que Eximén Cornel quisiera pasar con Berenguerona y su hija menor a la ciudad de Huesca, el sobrejuntero de aquella ciudad, Pedro de Montagut, era alertado por el rey de la cuestión del rapto de Berenguerona y le pedía que si intentaban refugiarse en aquella ciudad tomara a las mujeres en su nombre y las devolviera a Soses, pues el noble Eximén Cornel había propuesto matrimonio a Berenguerona, pero ésta le había rechazado. El infante Pedro, como procurador general de Cataluña, debía estar alerta para atender a esas mujeres y llevarlas al castillo de Torrent de Cinca, alejándolas del noble Eximén si éste llegaba a Huesca.

El castigo que estaba preparando el infante contra Eximén Cornel y algunos de sus aliados era contundente: vender todas sus propiedades y bienes. Nueva carta reales llegadas a manos de Eximén le hacen sospechar lo peor: la pérdida de sus bienes y la pérdida de su cautiva. El rey dice en su carta que “no puede extraer de Soses a Berenguerona ni tan siquiera con promesa de matrimonio”.

Es más, pudo conocerse que el conde de Urgel había acompañado a Eximén Cornel con tropa hasta el lugar de Soses, donde se produjo el rapto con su pleno consentimiento. Quizá incluso asesorado por el noble urgelista que animó a su vasallo a que reclamara la dama en matrimonio. Poco sospechaba que el conde iba a perder el condado en beneficio de uno de los hijos del rey Jaime II Todos los implicados recibieron amonestaciones muy graves por haber contravenido los Usos de Barcelona, o las paces y treguas acordadas al amparo de las Constituciones Generales de Cataluña.

En marzo de 1294 el raptor y la cautiva se habían ausentado de Soses. El veguer de Lérida de ese año, Geraldo Alamán, para evitar más gastos mandó al castillo de aquella localidad del Segre a dos caballeros para su guarda con el encargo de plantar el pendón real en la torre, o sea, las cuatro barras.

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