Los Montegaudios castellanos se separan de los de Aragón
Los problemas se acrecentaron con la incorporación de la Orden de Alfambra a la de los Templarios. Porque el rey de Castilla hacía lo propio al año siguiente, concediendo a los montegaudios castellanos la creación de la Orden de Monsfrag por la ocupación de este castillo, vinculado a la Orden de Calatrava, también regida en las normas del císter. Los templarios reclamaron las posesiones castellanas y los calatravos reclamaron las aragonesas. Según afirmaba Salarrullana, la Orden de Montegaudio en Fraga poseía el castillo de la villa, sin que podamos dar certeza de la fecha de la concesión de dicho castillo. La torre o almunia de la margen derecha del Cinca pasó a conocerse como “Torre dels Fraris”. Su propiedades sitas en el Secano de Fraga fueron motivo de una concordia con el obispo de Lleida en junio de 1199 por la cual el diezmo pertenecía al temple a menos que aquellas tierras se convirtieran en tierras de regadío, en cuyo caso debían pagar la mitad del diezmo a la iglesia de San Pedro. El hábito de la orden era blanco y capa negra; su insignia, que en principio era la cruz roja y blanca por mitades, fue sustituida por la cruz de los templarios.
Presencia en Fraga de la orden de Montegaudio (2)
Primera incorporación al temple en 1186
En 1186 la orden de Montegaudio fue integrada a la del temple por frei Fralmo de Lucca, maestre de la orden, sin conocimiento del fundador, que se hallaba en Jerusalén. Creyendo el conde Rodrigo Álvarez o Goçálvez que su maestre se había extralimitado, anuló la donación dos años después. Pero las cosas se iban a complicar con la caída de Jerusalén en 1187 y la posterior muerte del fundador, perdiéndose la primera fundación de la orden en el Próximo Oriente. En España existían casas hospitales de la orden de Montegaudio en Castilla-León y en Aragón. La mayor fuerza de las posesiones aragonesas determinó que la casa madre se estableciera en el lugar de Alfambra en Teruel, cuyo hospital estaba dedicado al Santo Redentor, donación de 1187. En octubre de 1188, Alfonso II, rey de Aragón, al ver el declive de la orden añadió dos nuevos fines a los que ya tenían: la atención hospitalaria y la redención de los cristianos que caían en manos de los moros. La rama aragonesa de la orden cambió el nombre de Montegaudio por el de Santo Redentor de Alfambra, trasladando su sede al hospital allí establecido. Fue su primer preceptor fr. Arnal de Artesa.
Presencia en Fraga de la orden de Montegaudio (1)
Esta orden es muy poco conocida, y aún menor su vinculación con la ciudad aragonesa de Fraga. Intentaremos en estas breves páginas dejar constancia de su origen, presencia y desaparición.
Escarp, ¿sepultura de la reina doña Blanca d’Anjou?
Tres hermanos fragatinos en la América Colonial
Los Gilbert, señores Alfajarín
Ricardo del Arco y Garay (1888-1955)
Creación de Belver de Cinca o Bell Veer del Cinca (1240)
La localidad de Belver de Cinca no existió hasta la conocida concesión real de 1240, con algunas localidades cercanas al actual Belver -posesiones concedidas a la orden de los Templarios, como Valonga, por ejemplo, otorgada en 1212 por el rey Pedro II, Pedro el Católico, a dicha orden. Deseando agrupar poblaciones pequeñas, los templarios decidieron que antiguas villas o lugares como los de Ficena y Orsuya (Orsuyera, según Castillón Cortada), se trasladaran de lugar y construyeran una nueva población en un lugar que dispusiera de bella vista o de Bell Veer, dominando desde el nuevo emplazamiento el paisaje de la ribera del Cinca.
Almudáfar o la pervivencia de los hombres de la Franja (1715)
Almudáfar es una reducida localidad de la actual provincia de Huesca, que se encuentra al norte de Zaidín, cercana a Osso de Cinca. Nuestro interés acrecentó gracias al entusiasmo de don Miguel Ángel Montagut autor del homenaje al primitivo cementerio de Almudáfar. En vacaciones pasadas nos mostraba restos arqueológicos del entorno… Al dicho señor Montagut, y a los escasos habitantes que mantienen vivo uno de los pueblos históricos del Cinca (unos 60 h.), dedicamos esta página.
Estudiantes de Fraga en Huesca (y 3)
Las expectativas del siglo XX en Fraga fueron muy positivas. Fotógrafos, pintores, excursionistas y los frutos de los pioneros culturales que nuestra ciudad había ofrecido en décadas precedentes empezaron a despertar la ilusión por los higos, los trajes, las cerámicas, el habla local, una nueva economía de mercado o por el tipismo de las calles. Todo ello unido a la presencia del pintor Viladrich, fundador de la Asociación “Amigos de Fraga”, fue el motor de las nuevas expectativas de Fraga.