El conocimiento de la Baronía de Fraga, durante los reinados de los dos últimos reyes de la casa de Barcelona y primeros Trastámaras, es un tema desconocido para la historiografía actual. Situada en la frontera de dos territorios en formación –el Reino de Aragón y Principado de Cataluña- la villa de Fraga vivió las consecuencias de los avatares socio-políticos de ambos territorios. ¿Había sido Fraga y su Baronía siempre aragonesa? La bibliografía conocida y las fuentes apuntaban su inclusión a Cataluña en un periodo indeterminado. ¿Desde cuándo? ¿Hasta que fechas? ¿Por qué motivos había quedado tan desdibujada esa circunstancia? ¿Qué causas iban a determinar que la Baronía de Fraga fuera considerada aragonesa en tiempo de los reinados en estudio? ¿La integración de Fraga y su término a Aragón resultó fructífera? ¿Para quién? La tesis responde a todas y cada una de estas preguntas.
Las fuentes directas utilizadas son: el Archivo de la Corona de Aragón (ACA), prácticamente inéditas, - las más abundantes -, complementadas con el Archivo de la Diputación de Zaragoza (ADZ), el Archivo Municipal de Fraga (AMF), el Archivo Provincial de Zaragoza (APZ), y en menor medida: el Archivo Municipal de Lérida (AML), el Archivo Municipal de Zaragoza (AMZ), y el Archivo de la Aljafería de Zaragoza o de las Cortes de Aragón (AAZ-CA). El exhaustivo rastreo de fuentes bibliográficas, editadas por la Universidad de Zaragoza, o por instituciones catalanas, ha permitido ir más allá de nuestros primeros interrogantes.
El trabajo expone documentalmente que dicha Baronía fue catalana en el momento de su constitución, o sea, cuando los hombres de la villa de Fraga y sus aldeas efectuaron en 1333 homenaje de fidelidad a la reina Leonor, -esposa del rey Alfonso IV-, y perduró como Baronía hasta que el rey Alfonso V la incorporó a su dominio en 1420.
En este intervalo, la extensa Baronía de Fraga pasará a integrar el reino histórico de Aragón. Atrás quedarán su vinculación a los marquesados de Camarasa y Tortosa, o su dependencia de la administración del veguer de Lleida. Los argumentos defendidos por los aragoneses, -más persistentes- no encontrarán la oposición de Cataluña, que se hallaba diezmada en su población y en sus recursos. El río Cinca, río que baña la huerta fragatina, fue precisamente un río debatido como frontera, hasta conseguir fraccionar la Baronía de Fraga dejando la menor parte de ella en Cataluña. El intento aragonés de ampliar el reino hasta el Segre, nunca vio sus aspiraciones cumplidas, pero sí la segregación de aquel territorio cinqueño como era la rica y populosa villa de Fraga. El proceso de segregación administrativa había iniciado en Monzón en 1362 y cerrado definitivamente en 1379 al privar a Fraga del disfrute de los usos y costumbres catalanes. La misma Fraga, así como las aldeas situadas en la margen izquierda del Cinca, pasaron a ser aragonesas, dejando la frontera extrañamente recortada al no seguir la línea continua del mencionado río y tampoco de accidentes geográficos naturales. Aragón buscó su expansión territorial en el actual Bajo Cinca de la misma forma que había hecho, o estaba haciendo, en la Ribagorza, la Litera o el Matarraña, aprovechando la coyuntura de crisis general y para paliar las pérdidas sufridas de sus guerras con Castilla. Todo ello argumentado a la luz de fuentes inéditas, que presentan la delimitación territorial del término de Fraga en la Edad Media con los términos vecinos, tanto en la parte de Aragón como en la de Cataluña.
Una vez conocido el territorio, señala los distintos señoríos que la rodeaban y sus relaciones con Fraga y sus aldeas. Presenta una nueva concepción del estudio y conocimiento demográfico en una Baronía, a partir de las fuentes fiscales; especificando los fuegos impositivos y exentos para cada una de las comunidades cristianas, judía y sarracena, así como para sus aldeas. El estudio ofrece noticias de las tres comunidades religiosas existentes en Fraga; una descripción de los estamentos cristianos privilegiados –nobleza y clero- y el extenso listado de la nobleza local con una breve prosopografía de todos ellos. Demuestra cómo aquel periodo fue un periodo de crisis social –no sólo por sucesos entre las tres comunidades- sino por la especial delincuencia urbana, las abundantes bandosidades y la obligada participación de la villa en las guerras medievales.
El conocimiento y actuaciones de los funcionarios reales, -procurador, baile, alcaide, justicia, capitanes, escribanos- permite diferenciar la particular presencia de funcionarios catalanes: Simón Martín Clavilla; Johan, Francesc y Marcos de Montbuí, entre los años 1387 a 1427; para sucederles funcionarios aragoneses especialmente elegidos por el monarca, como fueron Ferrer de Lanuza, Martín de Lanuza y Domingo de Lanaja, cuya actuación es decisiva para comprender el devenir de un territorio que perdió todo su potencial a medida que avanzaban los años de la Baja Edad Media. Cierra el conocimiento de esta Baronía la argumentación de su fiscalidad, el crecimiento progresivo de su deuda censal, y las graves dificultades del Concejo y prohombres para soportar las excesivas cargas a las que se vieron obligados por el rey, las autoridades aragonesas, la iglesia, o los acreedores, así como por la defensa de sus límites. Las crisis demográficas y económicas generales del XIV y del XV motivaron que la Baronía de Fraga oscilara buscando su supervivencia en los territorios limítrofes, sin conseguirlo. El resultado fue una progresiva pérdida de población, pérdida de potencial comercial, y el alejamiento de los centros de poder –Lérida y Zaragoza- para quedar relegada a una supervivencia autárquica y endogámica hasta nuestros días.
Todo ello presentado en cuatro bloques o capítulos -territorio, sociedad, organización política, y fiscalidad- con los que configura una tesis que ha obtenido en la sesión de lectura de la misma del 17 de noviembre actual la máxima calificación: Excelente Cum Laude.