Desde el matrimonio de la condesa Aurembiaix con el infante Pedro de Portugal (1229), esta nueva pareja se había convertido en los nuevos señores de Fraga y de otros pueblos del Cinca. Poco ha quedado escrito del infante Pedro de Portugal en su relación con Fraga, Ballobar, Zaidín o Velilla de Cinca. No obstante, trataremos de evocar su presencia.
En primer lugar, recordar que fueron condes de Urgel en condición de feudo real, con derecho a percibir 3.000 s.j. anuales, y a una indemnización generosa si dejaban el condado. Por lo tanto, Fraga se vio unida una vez más a los condes de Urgel.
En segundo lugar, como consecuencia de las escasas noticias sobre ellos, creemos que deben enlazarse los hechos paralelos que ocurrieron en esas fechas. Por ejemplo, el vizconde Ponç de Cabrera, hijo de Guerau de Cabrera, volvió a reclamar el condado de Urgel. El rey Jaime ya se había planteado la conquista de Mallorca, previa a la conquista de Valencia. Incluso tuvo que hacer frente a la cuestión de las fronteras entre Aragón y Cataluña.
Respecto a las fronteras, podemos observar que en la recaudación hecha en 1229 en lugares de Cataluña, con motivo de las campañas del monarca, el libro de rentas reales hace constar en ella a lugares como: Massalcoreig, La Granja, el abad de Escarp, Fraga, el Comendador de Chalamera, el Comendador de Gardeny, el Comendador de Torrente de Cinca, Zaidín, Belver de Cinca y Albalate de Cinca. Anotaciones a pueblos o comendadores templarios que participaron en la conquista de Mallorca.
Fue la conquista de Mallorca la campaña usada para dar cumplimiento a las pretensiones de algunos nobles. La campaña de Mallorca comenzó con la salida de la flota real desde tres puertos catalanes: Salou, Cambrils y Tarragona. Llegados a la bahía de Santa Ponsa, tuvo lugar la primera batalla en Porto Pi, donde fallecieron dos caballeros muy nobles: Guillem y Ramón de Montcada, descendientes de aquel Guillem Ramón de Montcada que participó en la conquista de Fraga de 1149. Aunque Yahia de Mallorca pedió la capitulación ofreciendo grandes sumas si se les permitía embarcarse a todos los habitantes hacia berbería, los nobles se negaron a que el rey aceptara tal propuesta. Ausente la caridad cristiana en aquellos conquistadores, se produjo una guerra entre religiones a sangre y fuego. Murieron muchos de los participantes, inclusive por una peste. En 1230 llegaron algunos refuerzos aragoneses que se unieron a los combatientes –como los de Ato de Foces y Rodrigo de Lizana- que permitieron el dominio completo de la isla, especialmente de los sarracenos refugiados en las montañas. Entonces empezó el reparto acordado previamente, consistente en hacer ocho lotes, cuatro para el rey, y cuatro -también en la capital- para el conde de Rosellón, el obispo de Barcelona, el conde de Ampurias y el vizconde de Bearn. Cada uno de ellos lo debía repartir entre los suyos.
Acabada la campaña de Mallorca, el rey Jaime pudo centrarse de nuevo en la cuestión del condado de Urgel, sobre el que tenía diseñados sus propios planes. Nombró administrador general de Mallorca al infante Pedro de Portugal en atención al pacto hecho con éste, a cambio del condado de Urgel. Le entregaba una extensa porción propiedades que comprendían 103 heredades, con una extensión de 6.000 hectáreas de la isla, o sea, el noveno correspondiente al rey. El infante de Portugal repartió la mitad de ellas entre caballeros, funcionarios y personal de su casa, la mayoría de ellos portugueses. Es probable que la participación de los hombres de Fraga en esa campaña de Mallorca estuviera repartida entre los seguidores de los Montcada y el conde de Urgel, el infante de Portugal. Además de lo señalado, el infante recibió Menorca y, el 29 de septiembre de 1231 -el mismo día de la muerte de Aurembiaix-, el derecho de conquista de las islas de Ibiza y Formentera, empresa que debía llevar a cabo durante los dos años siguientes.
En este intervalo, Jaime I aprovechó para poner en orden sus proyectos. Emprendió la segregación de los términos entre Fraga y Torrente de Cinca, acuerdo que se firmó en Lérida el 29 de agosto de 1232, con el consentimiento de los hombres de Fraga y el comendador y frailes de la orden del San Juan de Jerusalén. Unos días después se efectuaba por mandato real la segregación de Peñalba, término y aldea de Fraga; concretamente el 19 de septiembre, con intervención en este amojonamiento del Justicia de Aragón. Estaba claro que el rey Jaime I necesitaba conocer con exactitud cuáles eran los términos de Fraga y sus límites, porque habían pasado a sus manos.
De esta forma, también atendió las reivindicaciones de Ponç de Cabrera por recuperar el condado de Urgel después de la muerte de Aurembiaix. Jaime I, dispuesto a aceptar la petición del de Cabrera, como heredero de Marquesa, hermana de Armengol VIII, a cambio de no enfrentarse al monarca. Partícipe en una revuelta nobiliaria sirvió al monarca para tomar posesión del condado de Urgel. Sin embargo, acabadas las revueltas en 1235, y con la concordia conocida como de Tárrega, volvió el condado a los Cabrera, reservándose el monarca las ciudades de Lérida y Balaguer. Debemos suponer que también Fraga y sus términos, ya bien delimitados, pues las conquistas de las islas de Ibiza y Formentera encomendadas al infante Pedro de Portugal, señor de Fraga, habían finalizado dicho año. Pedro de Portugal dejaba el señorío de Fraga definitivamente en 1235.
Aquí empieza otro capítulo de la historia de Fraga. El rey Jaime cedió Fraga y sus términos a su pariente Bernat Guillem de Entenza aquel mismo año.