Apenas existen noticias de población en el siglo XIII. Sin embargo, queremos ofrecer algunos datos para acercarnos a su conocimiento. Después del primer milenio, el crecimiento económico y demográfico se produjo principalmente en todo el territorio de los condados catalanes. De manera lenta, pero imparable, se produjo una demanda de tierras de labor. Primero se roturaron márgenes, hasta que a mediados del siglo XI apenas quedaban tierras para la explotación agrícola. No hubo más remedio que empezar a tomarlas de los vecinos, los musulmanes. Los excedentes de las propias cosechas ya no daban para la prole, y los hijos eran impulsados a la búsqueda de nuevos horizontes. Los nuevos horizontes estaban al sur de Huesca y de Graus para Aragón, y por debajo del río Llobregat para los catalanes. Así, podríamos explicar la reconquista en clave de economía y supervivencia. Durante el siglo XI, la presión cristiana por tomar nuevas tierras que necesitaba para sus hijos fue constante. Los aragoneses aspiraban llegar a la tierra llana, con agua; los catalanes, al espacio de la Cataluña nueva, hasta el Cinca y el Matarraña.
Mientras los más jóvenes buscaban nuevos horizontes, sus padres vieron reducirse sus derechos sobre la tierra ante la presión de sus señores, que les exigirán nuevos tributos y malos usos. Los campesinos que no iban a la lucha y a la búsqueda de nuevas tierras en la frontera fueron víctimas fáciles de la opresión señorial y del sistema feudal, que se endureció, en parte por descontrol y en parte por desunión de los señores, que pugnaban por incrementar sus derechos incluso oponiéndose a sus reyes. La oposición de los nobles a la autoridad del rey aragonés Ramiro II se hizo evidente, tal como recoge el relato literario de la Campana de Huesca. Precisamente para controlar la oposición de los condes y señores catalanes fueron creadas las leyes de Pau i Treva. Incluso los veguers, en sus castillos, quisieron independizarse de sus condes, contribuyendo con su actuación a innumerables abusos sobre los subordinados.
Con posterioridad al año 1333 se produjo una extensa mortandad, como consecuencia de unos años de carestía de trigo, especialmente. Todos los territorios de la Corona de Aragón habían disfrutado de un crecimiento sostenido de población, especialmente desde el Cinca al Llobregat, o sea, en la llamada Catalunya Nova. Los señores José Mª Salrach y su esposa Mercé Aventín explican ese crecimiento por un nuevo desarrollo de la producción agrícola, que facilitó excedentes, así como por el acceso al matrimonio en edades más tempranas y consiguiente incremento de la fecundidad y natalidad, y también señalan como causa la inclusión en la corona de pobladores procedentes de las tierras conquistadas por los reyes de la corona.
La población de Rafals se incrementó en 1295 en más de 80 repobladores, incremento que confirma lo señalado en el párrafo anterior. Fraga y su señorío pudo alcanzar, hacia 1330, unas 450 familias, entre cristianos y moros, momento que Guillem de Montcada había ofrecido al rey una ayuda de 30 caballos armados. Pero será en el momento de celebrar el homenaje feudal de la villa y baronía de Fraga a la reina doña Leonor, esposa de rey Alfonso IV, efectuado en 1333, cuando los pobladores fragatinos y los de sus aldeas representen el punto álgido del crecimiento sostenido que se estaba produciendo desde el siglo anterior. Crecimiento que quizá acabe generalizándose para todo el Bajo Cinca. Según los datos conservados en el archivo del Palau Montcada (1245/33), el número de familias en el señorío y baronía de Fraga alcanzaba la extraordinaria cifra de unas 817 familias. La pérdida de población será la tónica del siglo XIV y XV.