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Un testamento de 1375: Dominga de Alós

Si tuviéramos que poner en una lista los testamentos conservados y que fueron redactados por vecinos de la villa medieval de Fraga, el de doña Dominga o Domengia de Alós ocuparía uno de los primeros lugares, tal es su interés por su antigüedad, por los parentescos que menciona, los repartos de bienes, presencia de topónimos, nombres de diferentes telas y paños, o la constatación y presencia de numerosos vecinos y amigos de la testadora.

La fecha del mismo es clave en la historia de Fraga. Es el año que los aragoneses reclamaban a Fraga para su reino. Reinaba en la Corona de Aragón Pedro el Ceremonioso o del Puñalet; era Justicia de Aragón, Domingo Cerdán; veguer en, Lérida Ramón Ces Comes; procurador fiscal en Fraga y alcalde, Anthoni de Navés; bayles de la villa, Bernardo de Navés, hermano del anterior, y Jordán de Ruffes; y Justicia local, Pedro Spanyol.

Dicho testamento nos revela también algunas noticias de sumo interés para la reconstrucción histórica de Fraga, reconstrucción que deseamos hacer partícipes a nuestros lectores. En lo esencial, el testamento concede la iglesia construida por su marido Raymundo Vidal y los socios de este - Domingo Sisó y Raymundo Calbera- a una orden religiosa que quiera hacerse cargo de la misma. Dicha iglesia quedó temporalmente asignada al clérigo N. d’Albalate. Estaba consagrada a la advocación de Nuestra Señora de la Gracia, y su ubicación lindaba con el camino real, en terrenos de Les Afores, hoy desaparecida su huella bajo los nuevos edificios de reciente urbanización de Sup-1, justo debajo de un restaurante que se autodenomina Capuchinos, cuando la iglesia y convento bajo sus pies fue de los padres de la orden calzada de San Agustín. Los capuchinos llegaron tres siglos después y se instalaron junto a la plaza de San Salvador.
Pero tras fallecer el marido de Dominga de Alós, la testadora manifiestó su deseo de ser enterrada en dicha iglesia, donde fundó una capilla. La señora contó con la aprobación de toda su familia, especialmente de sus hermanos, hijos todos de Pedro de Alós: Domingo, Francisco, Raymundo y los hijos de éste, Bernardo y Raymundo Alós. Esta iglesia y convento de los Agustinos se reedificó y amplió gracias a los donativos de doña Dominga Alós y demás ingresos posteriores de otros vecinos. Las autoridades de Fraga autorización su monarca Pedro IV de Aragón.

El testamento nombra a más de treinta personas entre familiares y otros vecinos, como los testigos de sus últimos voluntades: París d’Orraqua mayor y Domingo de Castanesa hijo de Guillermo de Castanesa. Repartió sus propiedades al estilo de la época: a la iglesia, a los pobres, a los familiares y a los allegados. Entre sus bienes merecen destacarse el censo de 20 sueldos para el beneficiado de la iglesia de Fraga para que hiciera misas de aniversario por su alma. Dejaba a los pobres de Fraga treinta alnes de paño para repartir entre todos ellos. Dejaba los 10 sueldos que le adeudaba su vecino Lorenzo Pastor a sus vecinos de huerta Domingo Catalá y su esposa Miquela. Dejaba 10 sueldos a los frailes de la mercé de Lérida para redimir cautivos. Otros 12 sueldos que le adeudaban sus vecinos Pedro Figuerola, alias Payllucero, y su esposa Domengia para sus vecinos Bartolomé Vallés, hijo de Bartolomé, y a la esposa de éste, Domengia Vallés. A Marcavona Castanesa, hija de Pedro, una túnica de paño rubeo que fue de la testadora y diversas ropas de cama, un “capçal de ploma” y una marfita. A Dominga, esposa de Simón de Alós, 10 sueldos y una túnica de paño morat, que fue de la testadora.

El testamento cita algunos nombres de mujeres que permiten recomponer unas amplias relaciones de doña Dominga: María, la esposa de Pedro Calbera; Marcavona Castanesa, a quien dejaba diversas prendas; María de Vilva, hija de Pedro de Vilva, habitante que fue de Torrente de Cinca, a quien dejaba una capa listada de fondo rojo; a Domengia Vallés, hija de Bartolomé Vallés; o Domengia Figuerola, esposa de Pedro Figuerola; y a Berenguera, su cuñada, esposa de Domingo de Alós, a quien le añadió un cobertor de cama.

A sus sobrinos Bernardo y Raymundo les dejó un trozo de tierra sita en el Bon pas, confrontante con un trozo de la testadora, otra de Domingo de Alós, otra parcela perteneciente al Hospital y con otra porción de tierra de Miquela, viuda de Domingo Catalá. Les añadía unas piezas de tela de Burell que fueron de su marido y tío de los testados, así como la parte perteneciente a Raymundo Vidal, su tío difunto.

A sus hermanos Francisco, Bernardo y Raymundo les dejaba la parte más sustancial, que se ajustaba a lo dispuesto por los fueros de Aragón a los cuales se acogía para tales repartos. A Francisco, el mayor, un trozo de tierra confrontante con el brazal llamado de Cossío, junto a tierra perteneciente al notario que redactaba el testamento, que era Arnaldo de Berbegal, el camino de Stacano y junto a la tierra de Domingo Mager; y diversos tipos de paños, así como 20 sueldos. Para cumplir con el encargo de todo lo dicho, doña Dominga nombró en albaceas testamentarios a Raymundo Calbera, socio de su marido, a Domingo d’Adonç y a F. d’Adonç, todos vecinos de la villa de Fraga.

Dado que se redactaron centenares de testamentos como este y son escasos los que han dejado huellas, debemos agradecer que el tiempo haya permitido el privilegio de que llegaran a nuestras manos.

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