Relaciones de Fraga con las localidades vecinas -1319 (y 2)

Ante el cariz que tomaba la cuestión de las relaciones entre los hombres de Fraga y Mequinenza, el infante Jaime, procurador General de sus reinos, se entrevistó en junio de 1319 con Guillem de Entenza, quien reconocía ante el infante que Mequinenza, estaba integrada a Cataluña: “El dicho noble certifica que dicho lugar de Mequinenza está constituida en Cataluña” (ACA, 167/192.)

  Pero en el mes agosto, el jurista aragonés Mateo de Rigols se encargó de la defensa de los de Mequinenza, quien volvió a la carga sobre los hombres de Fraga. Obligado por la Audiencia de Aragón a presentar copia de su gestión, el citado Rigols alegaba que la había perdido, y que el proceso ya estaba incoado. De inmediato fue sustituido por otro jurista, -Omberto de Cap Pont, doctor en leyes.

Lo curioso del caso, es que por efecto dominó, en noviembre de aquel mismo año de 1319, los hombre de Torrente de Cinca, más cercanos a Fraga, localidad situada en la margen derecha del Cinca, manifestaron que querían desvincularse de la jurisdicción de Guillermo de Montcada, señor de Fraga. Alegaban las mismas razones iniciales que el señor de Mequinenza. La nueva cuestión con los hombres de Torrente derivó a situaciones muy críticas, incluida una invasión masiva de su territorio por los de Fraga, cuando aquellos quisieron juzgar a unos fragatinos con intervención del comendador de Torrente, sin la mediación de la justicia de Fraga.

La tensión creada por cuestión de fronteras, y las consecuentes contribuciones de impuestos, no pudo ser más crítica. A nuestro juicio, la cuestión de fondo que se suscitó en 1319 entre Fraga y los pueblos de su ribera no era la pertenencia o no a un territorio administrativo u otro. La verdadera cuestión era otra: el señor de Mequinenza, necesitado de dinero, vio la solución a su hacienda creando unilateralmente un impuesto que gravaba sobre los comerciantes fragatinos que usaban la vía fluvial con frecuencia.

La sentencia del justicia de Aragón recayó en favor de los de Fraga, quien declaraba nuevamente en 1319 que Fraga estaba en Cataluña: “…super causa quam habetis propterea eis homines predictos de Fraga, qui sunt infra Cathalone constituti”.

El sobrejuntero de Huesca (Osca), Miguel Pérez d’Arbe, se dirigió por orden real a Mequinenza, donde debía encontrarse con el sobrejuntero de Zaragoza, para cerrar la causa y llevar a cabo la devolución de empeños tomados. Pero Guillem d’Entença, enojado por una sentencia poco favorable a sus intereses, se dedicó a perseguir a dichas autoridades. La autoridad de Zaragoza, viéndose perseguido, huyó hacia Maella, donde le detuvieron, le golpearon, le insultaron y le trasladaron preso al castillo de Mequinenza. Los hombres de Mequinenza fueron acusados de inmediato de rebelión, de insurrección y desobediencia al rey. El castigo imputado incluía uno de los delitos de mayor gravedad: “agravios de lesa majestad”.

No cabía una respuesta débil del monarca: además debía satisfacerse a toda costa el denuesto contra los de Fraga. Al señor de Mequinenza perdió la potestad de la villa y castillo; y a los hombres inculpados en la persecución de autoridades aragonesas se les impuso un castigo ejemplar en sus personas y bienes. Comisionados Pedro de Bolea y Pedro Sánchez de Fanlo, como lugartenientes de los sobrejunteros de Osca y Saranyena, respectivamente, acudieron al lugar de Mequinenza donde aplicaron con rigor lo mandado. Incluso con demasiado rigor, pues en el mes de junio siguiente había sido ejecutado al último suplicio el vecino de Mequinenza Pedro Carrera. A Arnaldo de Campoasinorum se le incautaron setenta cabezas de ganado, si bien el monarca le perdonó más tarde, pues dicho vecino de Mequinenza gozaba de privilegio de no ser culpado por nada, en agradecimiento a su presencia en el asedio de Almería en diciembre de 1309.

Debieron ser muchos más los culpados, y considerable la desgracia en la que recayó sobre el noble Guillem d’Entença. Berenguera de Montcada, su esposa, anunciaba, tras la sentencia contra su esposo y los hombres de Mequinenza, la grave enfermedad en su marido. En su lecho de muerte anunciaba su voluntad de favorecer a los hombres de Fraga en su demanda.

Tiempo después, el señorío de Mequinenza pasó a Berenguera de Entenza y Montcada, hija del depuesto Guillermo de Entenza, la cual casó con don Francisco Bernat Jordán de Isla, señor de Serós. Estos señores fueron los nuevos posesores de Mequinenza, quienes en 1328 reivindicaban la situación de Mequinenza en Cataluña (ACA, 584/101), y volvía con ellos las buenas relaciones con los de Fraga.

De estos hechos puede deducirse una conclusión: la historia nos demuestra que, con manipulaciones, los intereses de unos pocos, acaban influyendo a unos muchos. Esperemos que los políticos presentes y futuros de nuestra ciudad gobiernen pensando menos en sus intereses personales o los de su partido, manteniendo el prestigio de Fraga –siempre en alza- en permanente armonía con todos los pueblos de su comarca.

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