{mospagebreak heading=Página 1}Además de recuperar patrimonio real en Lérida, Fraga y Tortosa, eran años de concesiones y agradecimientos a los colaboradores del citado monarca: A Pedro de Vera le concedió Pomar de Cinca. Torrente de Cinca es delimitado en favor de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, o los de la cruz blanca sobre fondo negro; Serós, Aitona y Soses son entregados a Guillem Ramón de Montcada por su matrimonio con la infanta Constanza; el feudo de Candasnos (antes Campus Asinorum, o Camp d’Asnos) es concedido a Berenguer d’Ager; Pedro de Fraga obtiene posesiones en Alguayre; Ramón de Fraga tiene propiedades en Burriana; Pedro de Lobez o Lobera, comendador de Torrente, Fraga, Caspe y Carratalá, obtiene la villa y castillo de Peñalba -de común acuerdo con los hombres de Fraga-, para cederlo de inmediato al monasterio de Sijena fundación femenina de la misma orden.
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Volviendo a la citada concesión de la cequia de Ballobar debemos resaltar que aquella debía pasar por la torre de Cornel y por el término de Chalamera. Al mismo tiempo, concedía a los hombres del lugar la construcción de un molino en dicha cequia: “habeatis potestatem sive licenciam faciendi molendinum vel molendinos in toto vestro termino” (tengáis potestad o licencia par construir un molino o molinos en cualquier lugar de vuestro término.) {mospagebreak}
Así lo hicieron. Pasados diez años, o sea, en 1242, el citado monarca se intitula como rey de Aragón, rey de Mallorca y rey de Valencia, así como conde de Barcelona y Urgel, y señor del castillo de Montpellier. El proceso unificador de territorios emprendido por Jaime el Conquistador era evidente. En esta segunda concesión a Ballobar les autorizaba a extender dicha cequia a lugares más distantes. Siempre en aplicación y armonía con los Fueros de Aragón, recién recopilados por el obispo Vidal de Canellas, a partir de los fueros de cada localidad aragonesa. El nuevo documento, escrito en latín -del que no conocemos trascripción alguna por autor anterior- señala conceder a los hombres de Ballobar el agua de forma libre y franca, o sea, sin pagar impuestos más que a su señor natural. Sin embargo, como lo hombres de Ballobar vieran que la acequia estaba en franco deterioro en ese intervalo, pidieron su reconstrucción. Para rehabilitarla en años posteriores volvieron a pedir al rey Jaime II de Aragón, nieto del anterior, la confirmación del privilegio de 1242. Tal confirmación llegó a Ballobar con fecha del 28 de enero de 1305.
También la villa de Fraga disponía de un molino, pero para el caso de Fraga documentada su concesión desde finales del siglo XI. Este molino de Fraga también acabó en manos de la Orden de San Juan de Jerusalén.