Cardell se despobló en el siglo XIV (1)

Los naturales identificamos con Cardell un edificio aislado en la extensa partida de su nombre, dentro del término municipal de Fraga, Partida ubicada en Monegros, entre Torrente de Cinca y Candasnos. Su nombre es muy antiguo, pues parece provenir de aquellas palabras que el latín hacía acabar en –ellum, el catalán en –ell, el aragonés en –iello, y el castellano en -iel. O sea, Cardellum, Cardell, Cardiello, Cardiel. No está muy claro si proviene de tierra de cardos, o bien, procede del nombre de un personaje, forma habitual de nominar algunos topónimos. Joan Corominas nos informa que en la Ribagorza existe una “Cova Cardelli”; o que en Navarra se emitió un documento que decía “Jordana et filius suus Kardiel (1052)”, o en el primitivo Aragón consta un “Appate Kardielle Galindones alcalde in Aragone (1062)”.  

Nuestro Cardell es muy antiguo. En época ibérica pudieron sobrevivir pobladores especializados en la caza al aire libre, utilizando la técnica de apostarse cerca de las balsas existentes a esperar la llegada de animales. Aquellos pobladores debieron conocer muy bien el trabajo cooperativo. Lo mismo parece documentarse para Candasnos, y posiblemente también surgió de la misma manera la desaparecida Buriat.

Aparte de las excavaciones hechas en Candasnos, no se conocen prospecciones arqueológicas en Cardell ni en Buriat. Sin embargo, el historiador Pita Mercé fue el primero en apuntar que el único edificio que conservaba Cardell, y que el visitante puede contemplar, es el recuerdo desfigurado de un poblamiento muy antiguo, edificio que ha llegado a nosotros con huellas romanas y visigóticas.

Cuando los romanos trazaron la vía que partía de Ilerda a Caesaraugusta, ésta discurría por La Llitera y Massalcoreig siguiendo la ruta llamada Camí del Diable. La vía atravesaba el Cinca con parada en Torralba. Luego empezaba el lento ascenso cercano a Torrente de Cinca, hasta alcanzar el llano de Monegros. Una vez en el llano, su amplitud y sequedad obligó a trazar la vía por los lugares donde existían embalses o pozos. Los poblados ibéricos se convirtieron en mansiones de abastecimiento viario. Y potenciaron la protección de los pozos.

En general, los habitantes del Cinca llegaron con buena salud a la época visigótica, como atestiguan algunas piedras en Chalamera, o la extraña piedra conservada en Cardell que muestra una cruz griega dentro de un círculo, o los restos tan importante de la fastuosa iglesia visigoda de Villa Fortunatus.

Cardell mantuvo su población en la baja Edad Media hasta convertirse en una aldea importante del término de Fraga, con numerosas familias que llegaron a repoblarla. Entonces se edificó en medio del poblado una iglesia a la que bautizaron con el nombre de San Salvador. A lo mejor porque fue reconquistado en esa festividad, o porque el Redentor o Salvador debía ser el artífice de la recuperación que había empezado en reino de Aragón en el siglo XI. Podría aplicarse la misma justificación para San Salvador de Torrente de Cinca o de Belver de Cinca.

O sea, que la iglesia de Cardell no es más que los restos de una antigua aldea agregada al amplio término de Fraga. En la Edad Media, Cardell siguió siendo lugar de paso de peregrinos a Santiago de Compostela, ruta en auge después del año mil.

Sorprendentemente, dicha iglesia conserva íntegra su estructura de una sola nave rectangular con cinco arcos diafragmáticos y cubierta que fue de madera, solución muy frecuente, al parecer, en el XIII. Los muros son de estructura estable lo que la ha hecho resistente a los siglos. El muro sur conserva dos puertas. Una que debió ser el acceso a la sacristía, y la otra la puerta principal. En uno de sus muros, el de oeste, soporta un campanario en espadaña en punta con dos ojos. Pero sin campanas. Aquel sistema sonoro no sólo era la llamada a la meditación interior, era aviso, alerta, peligro, tormenta, reunión de vecinos… Era también la llamada a la fiesta.  

Son del siglo XIV las noticias que mejor conocemos sobre Cardell. En ese siglo la villa de Fraga era rectora de un amplio término que comprendía los lugares agregados de Peñalba, Zaidín y Ballobar, cada uno con trayectoria histórica diferente. Además, en el término de Fraga podían distinguirse numerosas aldeas, herencia de poblamientos anteriores como fueron: Orrios, Armajal, Calavera, Buriat, Buarz, Cardell, Vermell, La Almunia, Miralsot y Mont·ral. Posiblemente alguna más, pues la ribera del Cinca, así como la del Segre, fueron muy ricas en poblamientos antiguos. En cualquier caso la existencia de aldeas como Cardell nos habla también de la riqueza económica de nuestra zona hasta el siglo XIV.

Al finalizar el señorío de los Montcada de Fraga, en 1329, la aldea de Cardell fue incluida en el lote de venta con el resto del término; y Cardell pasó a manos de la reina doña Leonor de Castilla, que pagó al Montcada la cantidad de 45.000 libras jaquesas, o sea, 910.000 sueldos de plata de Jaca. Con esta venta, los impuestos o rentas de la aldea pasaron a dicha reina con las mismas cargas que las que pagaban a los Montcada.

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