La histórica villa de Fraga, convertida en cuartel militar y de abastos en la Guerra contra Cataluña, fue residencia del rey Felipe IV junto a su fasta corte. No obstante, el 31 de mayo de 1644 ,cuando ya estaba camino de Fraga. sus consejeros le intentaron hacer desistir de sus idea de convertir a Fraga en cuartel militar de su tropa, por ser una villa muy pobre en esas fecha y poco saludable para el rey. Sin embargo, el rey no quiso cambiar su primera decisión. Para llevar a cabo el asedio definitivo de la ciudad de Lérida, los preparativos empezaron en la primavera de 1644. Llegaron nuevos refuerzos de tropa y materiales de guerra desde los primeros días de mayo. Se preparó y adecentó la casa del Ayuntamiento y algunas casas de particulares para recibir a Felipe IV y su corte. Se eligió la casa del vecino Gilbert Carvi para alojar a Su Majestad. En Fraga permaneció el monarca varios días hasta que, viendo que los progresos por la toma de Lérida iban para largo, regresó a Madrid por Zaragoza. En realidad el asedio de Lérida se prolongó más de lo deseado, y el general Felipe de Silva, temiendo por la suerte del rey en el frente, al haberse quedado desprotegido en Fraga, fue quien le aconsejó que abandonara la villa y regresara. El temor venía justificado por el incremento de fuerzas francesas en Lérida, llegadas en defensa del Principado.
Sin embargo, alentado el monarca y las tropas españolas por la victoria del general Felipe de Silva frente a los ejércitos de Lamotte, el rey Felipe IV decidió regresar de nuevo a Fraga y alentar con su presencia la tropa acuartelada “en defensa de su católica majestad” –según expresión de la época.. Ataviado con el mismo traje con el que le había de pintar Velázquez salió junto a la tropa hasta aproximarse al asedio de Lérida. La sorpresa de los soldados y oficiales fue descomunal, pues se sorprendieron al ver al monarca vestido “a lo soldado”. Con esas ropas entró en la misma Lérida cuando capítulo, volviendo a sorprender la majestuosidad de su traje bordado en plata y oro, banda de militar de color rojo y un sombrero de ala ancha de color blanco .
Tras la capitulación de Lérida, el rey Felipe IV regresó a Fraga donde permaneció varias semanas. En esta larga residencia en la villa, el pintor Velázquez, uno de sus acompañantes insertado en la nónima de sus administradores, miembro del séquito real, aprovechó para pintar al monarca en Fraga. Era el mes de junio de 1644, coincidiendo con la nueva estancia real, Velázquez pintó uno de los lienzos más lucidos de toda su colección: El rey aparecía al frente de su tropa, representaba al rey soldado, al rey que defiende su patria El cuadro representa uno de los mejores temas propagandísticos de un monarca-soldado, donde el rey Felipe aparece con todo el poder de un caballero a la usanza de la época, y a la vez con las armaduras y vestimentas propias de los militares.
Para poder pintar al monarca, se decidió que éste se trasladara a una de las habitaciones del palacio Montcada de su cara oeste, donde había mayor luz natural. El estudio improvisado del pintor Velázquez, en realidad en las nóminas del monarca constaba como ayudante de cámara y como provisor de abastos, sirvió para que Velázquez pintara otros lienzos de acompañantes del se quitó real, entre los que destacan los de Enanos. Los autores Ortega y Díez del Corral describen el estudio del pintor en Fraga, en sus respectivas obras sobre Velázquez, como una estancia que se parecía a una gran chimenea, donde no había puertas ni ventanas para poderla cerrar, y con un suelo duro que hubo que aderezarse para amortiguar el paso de los reales pies.
Velázquez pintó el cuadro del rey Felipe IV posando posiblemente sobre un taburete. Velázquez acabaría la composición con el caballo y el paisaje del fondo. Dicen los cronistas que la habitación del Montcada donde posó el rey estaba en tal mal estado que fue necesario reparar el suelo de la estancia, incluso apuntalarlo en previsión de cualquier percance del rey, mandándose reparar cristales y ajustar ventanas y balcones, pues por la noche entraba mucho frío en las estancias del Montcada. Velázquez tuvo al monarca posando para él durante tres días.
El cuadro se mostró al público general –fragatinos y tropa real, durante varios días en la iglesia de San Pedro apóstol, erigida junto a la plaza de su nombre, situando el cuadro bajo un dosel dorado.
Una comisión diplomática formada por paheres y miembros del capítulo eclesiástico de Lérida llegaron sumisos a Fraga el día 4 de agosto de 1644 para rendir homenaje al monarca y ofrecer la entrega de la capital del Segre. Fraga quedaba de nuevo grabada en la historia política de nuestro pais por haber protagonizado acciones bélicas y ser Fraga alojamiento de tropas, cárceles y hospitales de guerra..
El recuerdo más emblemático de aquellos hechos militares –además de quedar l población de Fraga reducida a la mitad- fue la creación del más conocido de los cuadros del pintor Velázquez. Cuadro que sigue necesitado de permanentes ponderaciones artísticas. Hoy el cuadro pintado en Fraga se halla en Nueva York, formando parte de la colección Frick.