En este artículo exponemos una teoría que sólo posteriores investigaciones podrán confirmar. Corresponde a un tema apropiado para un argumento de novela. Una cosa si es cierta: Ibn Mardanix fue el último gobernador musulmán en la villa de Afraga. Probablemente residió en la zuda o castillo, y disfrutó de una finca en terrenos de huerta, en el lugar de Avinganya, donde debió construirse o acondicionar una hermosa casa solariega entre vergeles, en honor a Ibn Ganya, su pariente, el protagonista de la derrota del rey aragonés Alfonso I en 1134.
Ibn Mardanix había nacido en Peñíscola en 1124 y dejó la villa de Fraga, con gran pesar de sus vecinos, contando solamente 25 años. Gobernante joven, popular y astuto, sus convecinos le apodaron el Llop, mote que podía estar relacionado con los topónimos de: Mont-Llobé, Vall Llobar, o Canta Llops, que manifiestan a su vez la abundante presencia de estos temibles animales. Históricamente, las crónicas cristianas le llamarán del mismo modo: el rey Lop.
En 24 de octubre de 1149 firmó los pactos de capitulación de Fraga con el conde de Barcelona, dejando protegidos con ellos a más de un centenar de familias que no quisieron abandonar la villa. Por dicha capitulación consiguió que cada grupo familiar dispusiera en la huerta de Fraga de una parcela de tierra, unos en la huerta de Fraga, otros en la Llitera. Entre las ventajosas capitulaciones obtenidas por el rey Lop o Llop ha quedado constancia la de regirse por sus propias leyes coránicas, o la de la exención del pago de diezmos y primicias a la iglesia, -a cambio de un noveno o de un onceno, éste último en la Llitera-, todos ellos como impuestos en favor del monarca. Algunos habitantes de aquella histórica Afraga se trasladaron a Caspe, lugar que no había sido sometido todavía. El resto de vecinos –entre los que se contaban los más fieles a su joven gobernante Ibn Mardanix- le acompañaron hacia tierras de Murcia. Apoyado en esta circunstancia, nos permito hacer la hipótesis siguiente: los musulmanes fragatinos que marcharon con Ibn Mardanix se establecieron en el Valle de Qustantaninya de Al-Laqant (Cocentaina de Alicante, al norte de Alcoy), donde erigieron un pueblo de nueva creación –alquería lo llamaban ellos- al que pusieron por nombre precisamente: Fraga. Es la actual Fraga de Cocentanina o Fraga de los abades. Esta es una hipótesis que defendemos.
Insistimos en nuestra hipótesis: la presencia de fragatinos en Cocentaina fue muy anterior a su conquista. La acequia, la huerta, la fuente, la calle que une el arrabal a la villa cristiana, el horno, y el mismo barrio, conservan todos ellos el nombre de Fraga. Queda por demostrar esta vinculación. No obstante, en la actualidad todos los vecinos de Cocentaina conocen los topónimos de: “barranc de Fraga”, “l’horta de Fraga”, “carrer de Fraga”, “la cèquia de Fraga”, o la “Font de Fraga”, sin que sepan explicar su origen. Creemos que Ibn Mardanix pudo ser su promotor al obsequiar a los que les siguieron con una de las más bellas huertas levantinas. ¿No se cumpliría con ello el dicho que dice que los fragatinos siempre dejan huella allá donde van?
El joven Mardanix pertenecía a una antigua familia de muladíes, cristianos convertidos a la religión musulmana, afincados a la prestigiosa taifa de Zaragoza, que se vieron obligados a emigrar a tierras levantinas. Su ideal nacionalista lo demostró cuando no quiso pactar con los almohades, o cuando convirtió su señorío de Fraga en una taifa independiente de Zaragoza, o de Lérida, aprovechando que aquellas se hallaban en luchas familiares. Su habilidad política quedó manifiesta cuando sustituyó a su tío Ibn Iyad en la taifa de Valencia, ciudad que luego dejó en manos de su hermano Yusuf.
Pero volvamos al pacto del rey Llop en favor de los hombres de la Fraga del Cinca. Al parecer, consiguió también un plazo de cuatro años para que los vecinos de la villa cinqueña pudieran efectuar un cambio de residencia, desde el casco de la villa a la actual calle del Banco, donde edificaron a ambos lados de una calle central un horno, una mezquita y suficientes viviendas para al menos un centenar de familias. En 1153, en el momento de expirar el margen concedido, se hallaba Ibn Mardanix ya en tierras de Murcia, desde donde renovó pactos con el Conde de Barcelona y príncipe de Aragón, don Ramón Berenguer IV.
Tras la muerte del citado príncipe de Aragón Ibn Mardanix reanudó relaciones con el hijo de éste, Alfonso II de Aragón y I para Cataluña, o sea, el primer rey de la llamada Corona de Aragón. Recordemos que la Corona de Aragón se constituyó primeramente con el reino de Aragón en su fase de expansión y el Principado de Cataluña. Pocos años después se añadirían a dicha Corona patrimonial los reinos de Mallorca, de Valencia, de Murcia, o las anexiones de Sicilia y Grecia.
El referido pacto con Alfonso II de Aragón, celebrado el día 5 de noviembre de 1168 con Ibn Mardanix, comprometía a este último a pagar al monarca la cantidad de 25.000 maravedíes, a través de su apoderado Geraldo de Torva. Cantidad que debía ser satisfecha, antes del día de Navidad, durante los dos años siguientes.
El legendario Ibn Mardanix llegó a convertirse en rey de la taifa de Murcia y consiguió independizarse del reino de Granada, de la misma forma que había hecho con la taifa de Fraga del Cinca con respecto a la taifa de Zaragoza. Por esta circunstancia, para protegerse de los granadinos, de los castellanos, o de las pretensiones de la Corona de Aragón, formó un territorio alrededor del suyo que protegió con mercenarios cristianos. Con ellos creó un cuerpo de elite que debía enfrentarse a las intromisiones de sus vecinos. Fue un hombre muy respetado y amado de los suyos en tierras levantinas, como lo había sido en el Cinca. Sin embargo, el exceso de impuestos, y la entrega de Valencia a los almohades, ensombreció su vida política. Murió en Murcia en 1172.
Los sarracenos de la Fraga del Cinca y de la Fraga de Cocentaina debieron llorar durante mucho tiempo la muerte de su protector.