El nombre de la torre de Avinganya (Serós, Lleida) parece derivarse de conquistador almorávide Abin Ganiya, cuyo prestigio se acrecentó con la victoria sobre las tropas aragonesas dirigidas por el rey Alfonso I el Batallador en el año 1134. Esta torre pudo ser la residencia de descanso de dicho gobernador, rodeada de tierras de su propiedad con numerosos jornaleros. No es de extrañar que fuera un vergel ideal rodeado de frutales y árboles de sombras durante la etapa previa a la dominación cristiana.
Tras la conquista de Lleida y Fraga, hecho ocurrido en octubre de 1149, por tropa heterogénea, procedente de Aragón, Ribagorza, Urgel, Pallars, Provenza y Principado de Cataluña, al mando del conde de Barcelona, empezó el reparto de la zona. Al parecer, el conde Ramón Berenguer IV dejaba el término de Fraga para disfrute de la casa real, si bien concedido en honor a sus mejores colaboradores.
Ahora bien, al pretender remontarse a tiempos tan pretéritos nos hallamos ante una dificultad: la pérdida de documentación coetánea que fragmenta nuestras noticias sobre Fraga y sus alrededores. Aún así, los datos conocidos son sustanciosos. Veamos: Fraga fue tomada por el conde catalán y cedida en feudo de honor a diversos de sus mejores hombres: el conde de Urgel, a Guillem Ramón de Montcada, a Arnal Mir de Pallars que fue su primer gobernador, a los Claramunt, a los Cervera, a los Jorba Alcarrás, a los templarios la Litera de Fraga, a don Arpa el señorío de Loarre y Mequinenza… Algunas de las torres que rodeaban Fraga fueron repartidas de inmediato: torre de Castelló -entre Fraga y Zadín-; torre de Avinganya -entre Fraga y Serós-; torre de Ferrán, -entre Fraga y Alcarrás-, torre de les Arques, torre de Çalmedina, torre de Almusarra o Avinganya, y otras. Una de las mejores debió ser torre de Avinganya. Sin embargo, no debe confundirse con la Avinganya que en 1201 fue cedida a Pere de Bellvis y éste a la orden trinitaria. Ésta última se convertirá en panteón de los nobles Montcada y convento femenino de la orden trinitaria.
La torre llamada de Ferrán y la torre de Avinganya fueron ofrecidas a Geraldo de Jorba y a su mujer Saurina, quienes tenían por hijos a: Guillermo de Alcarrás, otro hijo llamado precisamente Ferrán, a quien debieron dedicar el nombre de la torre; una hija llamada Geralda de Jorba, casada con Guillem de Cardona, fueron señores de Alcarraz, hasta que su hijo Guillem, maestre del Temple, cedió dicho señorío a la familia de los Santcliment; y otra hija llamada Estefanía de Jorba que casó con Bru. Este último matrimonio acabó heredando la llamada torre de Ferrán. Torre que pasó a denominarse por dicho motivo la torre d’en Bru. Estos Bru tuvieron propiedades en Fraga, al menos hasta finales del siglo XIV.
En noviembre de 1153, el dicho Geraldo de Jorba dejaba en poder del monasterio de Poblet la torre de Avinganya. Poblet, fundado en 1151, estaba regido por la orden del Císter. Éstos toman posesión de la torre de Avinganya, con algunas posesiones en las cercanías de dicha torre, pues en 1162 cedían unas parcelas situadas entre Avinganya y Remolins a la orden de los templarios. Al año siguiente, Geraldo de Jorba concedía el agua de la acequia de Fraga que regaba Avinganya para regar un día a la semana, sin impedimento alguno, al tiempo que obsequiaba al monasterio de Poblet, con el consentimiento de su esposa Saurina y su hijo mayor Guillem, una viña que había sido dada a Aubert de Castellet y adquirida por los Jorba. También les dejaba, a cambio de ser enterrado el matrimonio Jorba en Poblet, una casa y una finca en Lérida que había sido de Ramón de Alost. En la documentación ubicará la torre en el lugar preciso: “turrim qui est Inter. Alcarraz et Fragam, super viam regiam”. Es decir, en la antigua vía romana, por lo tanto, está refiriéndose la torre de Almusarra, posiblemente su último poseedor por donación del gobernador almorávide Ibn Ganya.
Las concesiones a Poblet se sucedieron en años siguientes. Uno de los repobladores de la zona, Guillem de Cervera, concedía al monasterio de Poblet un secano en Avinganya, que es el mismo que en 1168 arrienda su abad a los señores Bertrán de Tudela, Ramón Guillem de Torres, Ramón de Claramunt y Guillem Benavent para que lo plantaran de viñas. A cambio, sólo debían pagar diezmos y primicias los cinco primeros años. Pasados éstos, hasta la mitad de la cosecha. A partir de esta fecha, también poseen tierras en Fraga, concedidas en honor o disfrute feudal. Es decir, la primitiva torre de Avinganya de Alcarrás amplió en muchos sus propiedades y rentas.
Para mayor disfrute del citado monasterio, el papa Alejandro III, en 1171, acogió Santa María de Poblet bajo su protección y ordenó que se observase la regla de San Benito. Les confirmó las posesiones de sus propiedades que, entre otras, cita la torre o Granja de Avinganya, la casa y “honor” de Lérida, y el “honor” de Fraga. También les confirmó la exención de diezmos y primicias por lo que respecta a las cosechas de su propia labor o a los alimentos destinados a los animales.
Las necesidades económicas de los monarcas obligaron a hipotecar algunos de sus feudos. Eso hizo el rey Alfonso II de Aragón reconociera adeudar en 1173 a la milicia del temple la cantidad de 300 morabatines de oro. Para garantizar su devolución, empeñó la torre de Avinganya con todos sus términos y pertenencias.
Después de esta fecha, probablemente por satisfacción de la deuda a los templarios, la torre de Avinganya de Alcarrás estaba en poder de Bernat de Anglesola, quien, en 1181, dejó a su hijo Pedro dicha torre, así como el castillo de Alfandarella, y el castillo de Alcolea; y a su otro hijo Bernad de Anglesola el castillo de Albesa, y la torre de Afif. Sin embargo, en el testamento de Geraldo de Jorba, hacia 1186, manifiestó haber recuperado de nuevo dicha torre de Avinganya y su término, volviendo al dominio del monasterio de Poblet. También la torre de Ferrán, con excepción de una pieza de tierra que dejan para el hospital de Alcarrás, unas casas en Lérida y los 600 morabatines que le adeudaban, la viña de Fontanet de Lérida y otros mil morabatines si su hija Geralda y su sobrina del mismo nombre Geralda muriesen sin descendencia de varón.
La granja de Avinganya ha sido bien delimitada por el historiador de la localidad de Alcarrás, Marc Escolà. La sitúa a ambos márgenes de la antigua vía regia, actual nacional y autovía. Junto a ella permanecieron los restos de la antigua casa, al menos hasta los años cincuenta del siglo veinte. A escasa distancia de aquellos primitivos restos, en dirección a Fraga, se halla el camino que entra al término de Soses. La gran extensión de esta partida –en el catastro conocida como Minganya- va desde la Cequia de Baix hasta la carretera, y al otro lado de la misma grandes bancales con un extensión de 46 Ha. En medio de los cuales se halla una granja de nueva creación.
Podría afirmarse que el monasterio cisterciense de Poblet nunca disminuyó las rentas procedentes de las riberas del Segre y del Cinca pues, además de mantener algunas propiedades de forma duradera, ampliaron su influencia histórica en la zona con la cesión de la Granja de Escarp, por ejemplo. Ambas granjas o torres, la de Escarp y la de Avinganya de Alcarrás (conocida también como la de Almusarra), fueron modelos de explotación agrícola del císter.